El calentamiento global y el cambio climático son dos de los mayores desafíos ambientales que enfrenta la humanidad en la actualidad. Estos fenómenos se refieren al aumento gradual de la temperatura promedio de la Tierra y los cambios en los patrones climáticos globales, causados principalmente por la emisión excesiva de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O) debido a la actividad humana.
El impacto del cambio climático en la ecología del planeta es significativo y abarca una amplia gama de efectos, incluyendo el aumento de la temperatura global, el derretimiento de los casquetes polares y los glaciares, el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la intensificación de eventos climáticos extremos como tormentas, sequías e inundaciones, y la pérdida de biodiversidad y hábitats naturales.
Estos cambios tienen consecuencias graves para la vida en la Tierra, incluyendo la pérdida de medios de vida para comunidades costeras, la destrucción de ecosistemas vulnerables como los arrecifes de coral y los manglares, la disminución de la seguridad alimentaria debido a la reducción de la productividad agrícola, y la proliferación de enfermedades relacionadas con el calor y la propagación de vectores de enfermedades.
Para abordar estos desafíos, se requieren estrategias tanto de mitigación como de adaptación al cambio climático. La mitigación implica la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la transición a fuentes de energía renovable, la mejora de la eficiencia energética, la conservación de los bosques y la implementación de políticas y regulaciones ambientales más estrictas a nivel nacional e internacional.
Por otro lado, la adaptación implica la implementación de medidas para reducir la vulnerabilidad de las comunidades y los ecosistemas al cambio climático, como la construcción de infraestructuras resistentes al clima, el desarrollo de sistemas de alerta temprana para eventos extremos, la promoción de prácticas agrícolas y de gestión del agua más sostenibles, y la conservación y restauración de ecosistemas naturales.